Costas y conflictos Socioambientales en el Istmo
Hace unos días un conocido biólogo marino explicaba cómo los arrecifes son el reflejo de la salud de los ecositemas,
que la tala de un bosque que ocurre a kilometros, continente a dentro, puede pruducir el aumento de los niveles de sedimentos
transportados por las lluvias, afectando la productividad de los mismos.
Continente adentro también, los efectos del
fenómeno del Cambio Climático hacen que las lluvias de cosecha cambien agresivamente su ciclo, produciendo un desorden hidrológico
y con ello afectando la vida en general. Los ríos que antes no se secaban ahora sí y en tiempo de lluvia producen inundaciones.
Con la fuerte presión de un irreverente crecimiento de la frontera agrícola, buscando mayor rentabilidad, aumenta el uso de
herbicidas, abonos "instantáneos", y el uso de semillas sin referencia genética del entorno, lo cual modifica el equilibrio
genético de los ecosistemas continentales y su productividad. Sin hablar de las aguas servidas no tratadas, todos estos lastres
ambientales van a dar, vía los ríos, a las costas, generando otros impactos, tanto en el propio ecosistema costero como en
la gente que vive de ellos. La realidad nos ilustra sola, de las diez comunidades de pescadores que visité en el 2006, sólo
tres me dijeron que la pesca está buena. No hace mucho, pudimos ver en los noticieros locales, a los pescadores de
Aguadulce, Coclé, protestando porque quieren usar mayas más pequeñas. La realidad es que las costas panameñas están mermando
su productividad ecosistematica, el desequilibrio es cada vez mayor. Y lejos de plantear lógicas de desarrollo sustentable,
los gobiernos sucedidos parecen no comprender lo que la ciencia dice.
El caso del archipiélago de Bocas del Toro
es emblemático, las consecuencias del modelo de "industria turística" allí instaurado es lamentable; cuatro estudios han sugerido
ya su situación ambiental apremiante, sin embargo, el gobierno aprueba el desarrollo del proyecto de construcción residencial
Red Frog Beach sobre isla Bastimentos, y tantos otros. Por si fuera poco, se abre a la venta más de una docena de islas, y
la especulación de tierras costeras continúa vertiginosamente. Empresas de bienes raíces modifican entornos comunitarios y
ambientales, en uno de los muchos casos, el de Empresa Panamá Paradise en Playa El Flor, sur de Veraguas, donde han modificado
los entorno de escorrentías a la costa, con impactos indeterminados.
Las consecuencias de transporte
de combustibles fósiles por el Canal de Panamá viene a ser otra cuota significativa de impactos ambientales. En los últimos
5 años, según la empresa OPC se han reportado y atendido unos 300 derrames de hidrocarburos en costas Panameñas, sin contabilizar
los que no se reportan, los pequeños o los ocurren en mares territoriales adyacentes. Cada año un alto porcentaje de barcos
que usan el Canal y puertos tiene un derrame. La continuidad de los derrames con la ampliación de la vía interoceánica aumentará
los impactos negativos sobre nuestras costas, al aumentar el flujo de transporte interoceánico. Un estudio reciente señala
que en algunas áreas de nuestras costas la contaminación por hidrocarburos superaba
los 2.8 mg/L hasta 7.5 mg/L, es decir, niveles
de contaminación por encima de los estándares internacionales(ANAM, URS Holdings, Inc. Estudio Científico y Técnico, Aguas
Marinas y Costeras. Enero del 2005).
El futuro de nuestros ecosistemas costeros se torna preocupante. Hay una centena de proyectos hidroeléctricos que vendrían a modificar aún más el equilibrio hidrológico que sostienen
los biomas costeros, se suma a ello las exploraciones petroleras en Golfo de Darién, la construccion de gasducto desde Colombia y Venezuela por el caribe que va asociado a los
proyectos de exploración de hidrocarburos(gas) frentre a Kuna Yala, la construcción de la megarefineria regional del Plan
Puebla Panamá, así como de la reestructuraciones del oleoducto al occidente del país entre la costas de Puerto Armuelles y
Bocas del Toro, y otro entre Arraiján y Colón.
La continuidad del crecimiento de la frontera
agrícola con monocultivos con la futura apertura de producción de etanol para Estados Unidos en el TLC y para la Unión Europea, así
como la ausencia de planificación urbana y la pujante construcción de asentamientos humanos sin previsiones ambientales son
otros de los fenómenos de alto impacto para las costas, lo cual ya muestra las señales de aumento de los conflictos socioambientales.
Sin embargo, pese a la
lógica de insustentabilidad del modelo de desarrollo vigente, el sentido ecociudadano, el de la etica de la vida, ya se hace
evidente en movimientos en flujo como ese hermoso proyecto llamado Almanaqueazul.org, que quiere que los panameños ya no vivamos
más de espaldas a nuestras costas. Encontramos a comunidades organizadas defendiendo sus ríos, sus nichos ambientales comunitarios
de conveviencia socieconómica o simplemente buscando sus propios mecanismos de desarrollo local a través del turismo sustentable
como es el caso del pueblo Kuna en su archipiélago, o el colectivo de mujeres Maria Auxiliadora en el sur de Veraguas, y tantas
otras pequeñas experiencias de sustenbilidad local, que vale la pena sistematizar para hacerlas parte de una gran iniciativa
de sustentabilidad que reclamen los movimientos sociales.
Jose Gonzalez Jaramillo